sábado, 17 de marzo de 2012

Flan Napolitano


por Carlos Gimeno


Después de dejar atrás la época navideña y pasar la “penitencia” del régimen posterior, es la hora de concedernos una licencia gastronómica con un postre relmente contundente, no escaso de aporte calórico. Pero, eso sí, está de vicio.


Ingredientes:

400 g. de leche condensada
200 ml. de leche evaporada
4 huevos
500 g. de queso tipo quark
1 cucharadita de aroma de vainilla
media taza de dulce de leche


Preparación:

Untar un recipiente para horno con el dulce de leche. Mezclar todos los ingredientes en la batidora hasta obtener una masa homogénea. Verter la mezcla sobre el dulce de leche e introducirlo en el horno al baño maría (tapado con papel de aluminio) durante una hora a 180º, o bien en el fuego durante 1 hora y media. Desmoldarlo en caliente y dejar enfriar en la nevera.

Me vienen a la memoria las palabras de uno de nuestros amigos cuando lo probaron: “A partir de este momento, hay un antes y un después”.

Ya me contarás...

“Salsilla” de pollo y patatas


por Carlos Gimeno


Esta receta proviene de la provincia de Cuenca, donde antaño se cocinaba con los ingredientes que se tenían a mano en las casas o se cultivaban en los campos de labor. Aunque este tipo de recetas no albergan gran complejidad, su elaboración, con mimo y sin prisas, en los hogares de las antiguas casas, las convertía en unos platos exquisitos.

Ingredientes para 4 personas:

1 pollo troceado
1 cebolla grande
1 diente de ajo
60 g. de tomate frito
1 vasito de vino tinto
1 cucharada sopera de harina
2 hojas de laurel
1 pastilla de caldo de carne
2 patatas grandes
agua y sal

Preparación:

En una cazuela grande, freír el pollo con un poco de aceite y sal, y reservar. Picar la cebolla y el ajo en trozos muy pequeños y sofreír en el mismo aceite que el pollo. Cuando se doren, añadir el tomate y remover durante un par de minutos, añadir la harina y sofreír otro par de minutos. A continuación añadir el vino, dejando evaporar el alcohol. Después añadir el pollo y las patatas troceadas, el laurel y cubrir con agua hasta el nivel de las patatas. Deshacer la pastilla de caldo y añadirla también, dejando cocer a fuego suave durante media hora. Rectificar de sal y servir caliente.

Este plato admite variantes como no utilizar patata, o bien adicionar azafrán, o pimentón al gusto. Y si se utiliza pollo de corral también mejora su sabor. Dentro de su sencillez, es un plato que suele gustar a casi todo el mundo, incluidos los niños. Además es una receta muy adecuada para la “cuesta de enero”, pues también resulta bastante económica.

Ya me contarás...

Ensalada Victoria

por Carlos Gimeno


Muchas veces nos sorprende el hecho de que los platos más sencillos son los que encontramos más sabrosos. ¿Quién no se rinde ante un huevo frito, de aquellos “con puntilla” acompañado de unas patatas a lo pobre o una generosa loncha de jamón?.

Lo cual no significa que una buena comida sea sinónimo de calorías o de colesterol. Por ello he escogido una sencilla receta que, además, resulta ideal para esta época del año. Como desconozco el origen de la misma, la he bautizado como “Ensalada Victoria”, pues fue mi mujer quien me la descubrió.

En casa recurrimos a ella habitualmente, bien para comer o para cenar, bien como primero o como plato único, pues resulta muy completa. Y en reuniones familiares o con amigos, simplemente os comento que resulta muy difícil encontrar algún plato en el que haya quedado rastro de ella.

Sin más preámbulos, entramos a detallar los ingredientes y el “modus operandi”:

Ingredientes (2-3 personas):

3 endibias grandes
1 aguacate
4 palmitos
150 g. jamón York
150 g. queso Emmental
1 bote pequeño de maíz
aceite, vinagre y sal
(opcionalmente salsa rosa)

Preparación:

Lavar y trocear las endibias. Cortar el queso a taquitos pequeños y el york a tiras finas. Trocear el aguacate en dados y los palmitos en rodajas, y a continuación montar la ensalada: En primer lugar, un lecho de endibias donde colocaremos el queso y el york. A continuación los palmitos y el aguacate, y por último unas cucharadas generosas de maíz, al gusto.

Como aliño es recomendable el típico de aceite, vinagre y sal (ojo: el aceite, a poder ser, virgen extra, y en este caso es preferible pecar por exceso que por defecto).

Si queremos salir airosos de algún compromiso y lo del aceite y vinagre nos resulta demasiado mundano, esta misma ensalada admite muy bien como aliño la típica Salsa Rosa, que elaboramos fácilmente a partir de mahonesa, ketchup y un chorrito de whisky.  Os animo a que hagáis la prueba...

Ya me contarás...